Subimos al monte con mami como hacemos siempre para ir a correr. Nosotros dejamos el coche en medio del monte, hacemos pipí y caca alrededor de él – para marcarlo y que todos sepan que es nuestro- corremos y el coche nos espera al final del camino, es alucinante. Ayer el plan era el mismo, bajamos del coche, hicimos varios pipís y cacas y empezamos a correr. Es un camino forestal bastante amplio donde puede caber un coche, y salirse del camino es posible aunque no recomendable. (Pluto suele salirse del camino y se ha llevado algún susto, no es muy listo).
Íbamos a mitad de camino a buen
ritmo - cuando vamos corriendo mami dice que somos Runners- y vimos un todo terreno parado en mitad del mismo. Había una señora fuera
del coche, parecía feliz porque sonreía aunque hablaba raro. Mami le dijo “¡Hola!”,
y ella respondió “Hello!”. Seguimos
corriendo, pero mami se dio cuenta de que a la derecha – fuera del camino –
había un señor bajando por la maleza y se oían gritos de una señora a la que no
veíamos. Yo iba cada vez más rápido como un lobo en Siberia, pero mami dio la
vuelta y volvió donde estaba la señora. Tuve que seguirla, no puedo dejarla sola.
Empezaron a hablar en un idioma
raro, Pluto y yo nos acercamos a la señora a ver si caían caricias o agua, pero
la señora sonreía y hablaba raro. Por lo que sé resultó que iban 4 personas en el coche,
y uno de los señores había bajado a hacer pipí – o eso decía ella- hacía ya 40
minutos. El otro señor que estaba bajando por el camino y la mujer del señor
perdido estaban buscándole y por eso se oían gritos.
Mami preguntó si podíamos ayudar,
le costaba hablar con aquella señora, yo no la entendía. Cuando mami ofreció
nuestra ayuda la señora se puso contenta y sacó un chaleco del coche y se lo
acercó al hocico de Pluto.- con el calor que hacía- A Pluto no le hizo mucha gracia, aquel chaleco
olía raro, no era de nadie conocido y no olía bien. Pluto miró a mami y puso
cara de enfado porque no entendía por qué aquella señora le restregaba el chaleco por la cara.
Tengo que reconocer que me puse un poco celosilla, así que me acerqué y me hice
la contenta para oler el chaleco. Empecé a olerlo, la señora me miraba sonriente, puse cara seria pero Pluto tenía razón, olía raro y
no me gustó.
Mami nos miraba extrañada, yo
por si acaso intenté tumbarme sobre el chaleco – nunca se sabe cuántos km vamos a
correr – pero la señora me lo quitó. Mami nos llamó y empezó a bajar por la
maleza hasta que encontramos al señor y otra señora que gritaba mucho y
lloraba. La señora no paraba, gritaba muchísimo, sólo entendíamos algo así como
“Beniii”, y luego seguía llorando, daba
penita pero el dolor de cabeza era peor. Yo me acerqué para ver si me
acariciaba y así se relajaba, mucha gente dice que acariciarme relaja, pero la
señora fue muy maleducada y no me dijo ni lo guapa que soy.
Los tres se pusieron a buscar
algo, así que yo también. Pluto hizo pipís por los alrededores. La señora
seguía gritando y llorando y mami se enfadó un poco y le pidió con señas y
hablando raro que se callara un poco. La señora se quedó callada un momento, y
entonces oímos una voz que respondía. Los tres fueron rápido… bueno, fueron a varios sitios
hasta que averiguaron de dónde venía la voz. La señora seguía llorando, yo ya
no sabía cómo consolarla, intentaba darle besitos pero no se estaba quieta.
Cuando llegamos al sitio vimos a
un señor, el señor perdido. Estaba más abajo que nosotros, como en un socavón pero, ¡estaba
riéndose! Yo empecé a aullar, no sabía si alegrarme o morderlo. Éste también
hablaba raro y explicó por lo que supe después que estaba bien, pero había
bajado allí a “hacer pis”, - que raro que un señor se aleje tanto para hacer
pis- y ahora no podía subir porque la tierra resbalaba y no tenía fuerzas.
Pluto se tumbó en una zona
fresquita y me dijo que allí olía mal y no pensaba acercarse. Yo intenté decirle
a mami que allí olía muy mal y que mejor no se acercara, aullé y aullé pero
ella y el otro señor se descolgaron por un lado donde había unos árboles y
dando la mano al señor – señor al que a éstas alturas y con todo mi respeto yo llamo Lupito, Lupito el cagón, y es que yo no me creo que se fuera hasta allí hacer pis- y le ayudaron a
salir del agujero.
Y así acaba la historia, Lupito
volvió con sus amigos sano y salvo y todos sonreían pero allí nadie me dio mimitos.
Nosotros seguimos corriendo como hacemos siempre y mami nos dijo que lo
habíamos hecho muy bien y que estaba orgullosa de nosotros, pero no sé muy bien qué es lo que hicimos... Lo bueno es que a pesar de todo, mami no acabó oliendo mal porque yo la avisé.
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