domingo, 11 de enero de 2015

WiFi el escapista


Salimos a pasear, salir sola con los 3 por la carretera es una locura, así que Gus nos acompañó. Hicimos un recorrido que solemos hacer bajando desde casa casi hasta el mercado y subiendo por el parque Hamilton en Tacoronte hasta casa de los abuelos. Para mí era un día especial, llevaba una semana en casa intentando terminar la memoria de mi proyecto de fin de carrera a tiempo, a penas sin salir de casa para nada, y por fin tenía un rato para pasear y relajarme con los bichos.

Todo iba bastante bien, yo llevaba a WiFi y a Gara y Gus llevaba a Plu. A Gara prácticamente no hay que llevarla, yo me sujeto la correa al cuerpo como si fuera un bolso en bandolera y ella camina a mi lado. Pluto es más complicado porque es macho, y su debes es hacer pis cada metro y medio, por tanto se para cada poco y hay que esperar por él. Para el aprendizaje, WiFi lleva un collar metálico con eslabones que ayuda a que no tire de nosotros y nos arrastre porque aunque es delgado, tiene mucha fuerza.

Hicimos todo el recorrido tranquilos, Gus y yo íbamos charlando y ellos iban oliendo y haciendo sus cosas. Subimos hasta el parque y allí decidí soltarlos para que corrieran un poco. Me daba algo de desconfianza porque cuando le suelto en el monte siempre viene, pero se aleja bastante. Le soltamos y tras varios segundos empezó a correr como loco por el césped. Se alejó mucho para mi gusto así que lo llamé, y tras varios minutos de incertidumbre vino hacia donde estábamos a toda velocidad. Pero tuvo mala suerte. Camuflado entre el césped había un foco de luz, metálico y que no se veía, y al venir corriendo se golpeó contra él.

Golpeó el foco con mucha fuerza y gritó. Yo, que no soy nada histérica... me asusté mucho. Lo vi cojear y pensé lo peor. “¡Cojea mucho!¿crees que se habrá partido la pata?”, al principio me huía, iba cojeando y venía hacia mí, pero cuando le iba a tocar se iba. Finalmente decidí caminar en dirección contraria a él y vino detrás de mi. Le palpé la pata, pero no se quejaba y poco a poco dejó de cojear, fue un buen susto, pero estaba bien. Les puse la correa a todos y seguimos hacia nuestro destino.

“De repente ¡WiFi estaba suelto!”

Íbamos hablando sobre el tema, cómo educar al perro, qué hacer cuando no viene aunque le llames, y más chorradas, porque al final...nunca sé qué hacer. Estábamos en la acera y de repente, ¡WiFi estaba suelto!, y lo peor, iba hacia la carretera. Vi el collar en el suelo, estaba abierto, había un eslabón separado, pero eso daba igual, WiFi estaba en medio de la carretera y venía un coche. Le pedí a Gus que sujetara a Gara.

El primer coche pasó muy despacio junto a él y cuando estuvo delante de él lo adelantó por el carril contrario, pero al pasar WiFi siguió al coche y estaba bailando en ambos carriles. Intenté no ir a por él (todas esas cosas que siempre te dicen que no debes hacer), él me miraba divertido desde la carretera, pero entonces vi un todo terreno que se acercaba muy rápido. Me puse en el borde de la carretera haciendo señas para que parara, pero la chica seguía sin reducir la velocidad. Me di cuenta de que lo que pretendía era adelantar al perro por el otro carril pero, ¿y si el perro se movía?. En un arrebato de histeria me puse en medio de la carretera y vi como la chica me miraba a la cara. Debí dar mucho miedo, aunque yo no era más que otro trozo de carne en medio de la carretera, pero supongo que atropellar a un trozo de carne humana tiene más consecuencias. Le grité, le ordené que parara como si yo pudiera bloquear el coche con la mirada, si, fui un poco idiota, pero estaba fuera de mi. La chica paró, seguramente le dije algo malsonante, si soy sincera no recuerdo lo que dije, todo lo que salió de mi boca fue automático.

Con todos los coches parados intenté llamar a WiFi, pero él debió pensar que era un juego y comenzó a dar vueltas a un coche aparcado huyendo de mi.

En algún momento los coches reanudaron la marcha, algunos pasaban despacio
mirándome con pena, otros pasaban sin más, seguramente algunos ni nos vieron. WiFi se acercaba a mí y justo en el momento en que lo iba a sujetar, aunque no hiciera movimientos bruscos, huía. Entraba y salía de la carretera corriendo sin más y yo desesperada no sabía qué hacer. Llegó un momento en que mi cabeza no podía más, sabía que estaba haciendo algo mal, pero no sabía cómo arreglarlo, aquí no funcionaba eso de camina en sentido contrario a él, podían atropellarlo. Literalmente no podía más, me quedé quieta, agachada en el suelo, a punto de romper a llorar, y entonces... se acercó a mi lo suficiente para poder sujetarlo.

Cuando lo tuve entre mis manos mi mente daba vueltas, lo sujeté todo lo firme que pude para que no volviera a escapar, creo que él notó mi tensión porque no se movía, estaba como en shock. Ahora venía el siguiente problema, no teníamos collar para seguir. Intentamos ponerle el collar de Gara, el de Pluto, todos era muy grandes, así que yo, cansada, agotada, enfadada, asustada, … cogí al 22 kilos en brazos y lo cargué el resto del camino mientras el pobre Gus llevaba a los otros dos angelitos y todos los bolsos y chaquetas que habíamos llevado.


Cuando llegamos a casa de los abuelitos, le dejé en el suelo del patio y me senté en unos escalones. Mis padres salieron y preguntaron qué había pasado al verme, pero yo ya no podía ni hablar....

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