Salimos a pasear, salir sola con los 3
por la carretera es una locura, así que Gus nos acompañó. Hicimos
un recorrido que solemos hacer bajando desde casa casi hasta el
mercado y subiendo por el parque Hamilton en Tacoronte hasta casa de
los abuelos. Para mí era un día especial, llevaba una semana en
casa intentando terminar la memoria de mi proyecto de fin de carrera
a tiempo, a penas sin salir de casa para nada, y por fin tenía un
rato para pasear y relajarme con los bichos.

Hicimos todo el recorrido tranquilos,
Gus y yo íbamos charlando y ellos iban oliendo y haciendo sus cosas.
Subimos hasta el parque y allí decidí soltarlos para que corrieran
un poco. Me daba algo de desconfianza porque cuando le suelto en el
monte siempre viene, pero se aleja bastante. Le soltamos y tras
varios segundos empezó a correr como loco por el césped. Se alejó
mucho para mi gusto así que lo llamé, y tras varios minutos de
incertidumbre vino hacia donde estábamos a toda velocidad. Pero tuvo
mala suerte. Camuflado entre el césped había un foco de luz,
metálico y que no se veía, y al venir corriendo se golpeó contra
él.
Golpeó el foco con mucha fuerza y
gritó. Yo, que no soy nada histérica... me asusté mucho. Lo vi
cojear y pensé lo peor. “¡Cojea mucho!¿crees que se habrá
partido la pata?”, al principio me huía, iba cojeando y venía
hacia mí, pero cuando le iba a tocar se iba. Finalmente decidí
caminar en dirección contraria a él y vino detrás de mi. Le palpé
la pata, pero no se quejaba y poco a poco dejó de cojear, fue un
buen susto, pero estaba bien. Les puse la correa a todos y seguimos
hacia nuestro destino.
“De repente ¡WiFi estaba suelto!”
Íbamos hablando sobre el tema, cómo
educar al perro, qué hacer cuando no viene aunque le llames, y más
chorradas, porque al final...nunca sé qué hacer. Estábamos en la
acera y de repente, ¡WiFi estaba suelto!, y lo peor, iba hacia la
carretera. Vi el collar en el suelo, estaba abierto, había un
eslabón separado, pero eso daba igual, WiFi estaba en medio de la
carretera y venía un coche. Le pedí a Gus que sujetara a Gara.
El primer coche pasó muy despacio
junto a él y cuando estuvo delante de él lo adelantó por el carril
contrario, pero al pasar WiFi siguió al coche y estaba bailando en
ambos carriles. Intenté no ir a por él (todas esas cosas que
siempre te dicen que no debes hacer), él me miraba divertido desde
la carretera, pero entonces vi un todo terreno que se acercaba muy
rápido. Me puse en el borde de la carretera haciendo señas para que
parara, pero la chica seguía sin reducir la velocidad. Me di cuenta
de que lo que pretendía era adelantar al perro por el otro carril
pero, ¿y si el perro se movía?. En un arrebato de histeria me puse
en medio de la carretera y vi como la chica me miraba a la cara. Debí
dar mucho miedo, aunque yo no era más que otro trozo de carne en
medio de la carretera, pero supongo que atropellar a un trozo de
carne humana tiene más consecuencias. Le grité, le ordené que
parara como si yo pudiera bloquear el coche con la mirada, si, fui un
poco idiota, pero estaba fuera de mi. La chica paró, seguramente le
dije algo malsonante, si soy sincera no recuerdo lo que dije, todo lo
que salió de mi boca fue automático.
Con todos los coches parados intenté
llamar a WiFi, pero él debió pensar que era un juego y comenzó a
dar vueltas a un coche aparcado huyendo de mi.
En algún momento los coches reanudaron
la marcha, algunos pasaban despacio
mirándome con pena, otros
pasaban sin más, seguramente algunos ni nos vieron. WiFi se acercaba
a mí y justo en el momento en que lo iba a sujetar, aunque no
hiciera movimientos bruscos, huía. Entraba y salía de la carretera
corriendo sin más y yo desesperada no sabía qué hacer. Llegó un
momento en que mi cabeza no podía más, sabía que estaba haciendo
algo mal, pero no sabía cómo arreglarlo, aquí no funcionaba eso de
camina en sentido contrario a él, podían atropellarlo. Literalmente
no podía más, me quedé quieta, agachada en el suelo, a punto de
romper a llorar, y entonces... se acercó a mi lo suficiente para
poder sujetarlo.
Cuando lo tuve entre mis manos mi mente
daba vueltas, lo sujeté todo lo firme que pude para que no volviera
a escapar, creo que él notó mi tensión porque no se movía, estaba
como en shock. Ahora venía el siguiente problema, no teníamos
collar para seguir. Intentamos ponerle el collar de Gara, el de
Pluto, todos era muy grandes, así que yo, cansada, agotada,
enfadada, asustada, … cogí al 22 kilos en brazos y lo cargué el
resto del camino mientras el pobre Gus llevaba a los otros dos
angelitos y todos los bolsos y chaquetas que habíamos llevado.
Cuando llegamos a casa de los
abuelitos, le dejé en el suelo del patio y me senté en unos
escalones. Mis padres salieron y preguntaron qué había pasado al
verme, pero yo ya no podía ni hablar....
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