miércoles, 29 de octubre de 2014

Tener un peluche te hace más fuerte

“¡Compañera, creo que vamos a adoptar un perro!”, me dijo. “¿En serio?, ¿estás segura? Mira que son un coñazo”, le contesté yo. Yo sabía que ella estaba preparada, en realidad, siempre lo está para todo lo que se propone. Se equivoca si, como todos – es humana- pero nunca hace las cosas sin haberlas meditado, y yo que la conozco sé que puede equivocarse, pero siempre da la cara, así que me alegré mucho por ella.
Y empezó la búsqueda, hablamos mucho, buscó información en Internet y al final encontró una persona que tenía cachorros en adopción. Eran una mezcla de labrador y pastor alemán.

“He leído sobre los pastores alemanes y sobre los labradores, tienen buen carácter, aún no tiene 2 meses, pero la chica quiere separarlo ya de la madre, creo que le preguntaré al veterinario”, dijo – y preguntó, pero aunque el veterinario dijo que era pronto no le dieron opción-  “Un cachorro, ¿estás segura?, yo sé que son preciosos, pero yo – desde mi experiencia- cogería un perro con 4 o 5 meses ya al menos, es más fácil enseñarles cosas”. ¿Pero quién se resiste a un cachorro?, de todas formas ella ya no tenía elección, ya lo había visto y estoy segura de que ya se había enamorado de él.
Bertín le pusieron - me voy a ahorrar los detalles del por qué, ya lo contarán ellos-  y lo llevaron a casa. Al principio todo normal, muchas dudas, sobre la alimentación, sobre las horas de sueño, tipo de collar, etc… Fueron listos, y fueron firmes con él desde el principio, aunque les diera pena. Le dejaron claro cuál era su sitio, las horas de la comida, le hicieron esperar sentado a la comida, se resistieron a tenerlo siempre en brazos… y costó, pero lo hicieron.

“¡Es un demonio!”, esa frase la he oído mil veces, jajaja, siempre con cariño, pero también con algo de indignación y desesperación. Para que fuese más llevadero yo intentaba recordarle mis historias – que ella conoce bien- sobre la época de cachorra de Gara. Yo, como todos, también sentí desesperación, indignación, impotencia, rabia...  pero todo pasa si eres fuerte y te mantienes firme.
“Venimos del veterinario, salimos de casa y le dejamos en la cocina como siempre, cuando volvimos había tirado el único plato que había sobre la mesa al suelo y se había comido varios trozos”, sí, a veces también te hacen sentir miedo. Menos mal que no pasó nada, al ser porcelana los trozos son grandes y no cortan tanto, tuvieron que esperar a que los “expulsara”, para ir recordando en los días posteriores con irritación la travesura tan peligrosa del enano.

Lo ha dicho en voz alta en tono de broma, pero estoy segura de que en ocasiones - en su interior- se han preguntado si hicieron lo correcto adoptando a un perro, seguro que cuando se comió el plato se sintieron mal y pensaron que no eran capaces. Lo sé, porque yo también lo he sentido, Gara también rompió cosas, también fui a urgencias con ella asustada, y yo también sentí que fracasaba.

Yo aún no conozco personalmente a Bertín, aunque oigo hablar de él a diario. Con menos de 6 meses ya se sienta si se lo pides, espera paciente la orden para comer, hace caso a veces cuando le llaman en el parque,… Gara no hizo muchas de esas cosas hasta pasado el año, y algunas aún pasa de hacerlas dependiendo del día.


Educar a un perro no es fácil, tenerlos es lo mejor que te puede pasar porque llegas a quererlos tanto que no eres consciente de cuánto, hasta que les pasa algo. Te dan todo, te alegran la vida, pero también te ponen a prueba, y esa, es una de las cosas más bonitas que hacen por ti, porque te hacen madurar como persona, te hace más fuerte. 

Un buen susto!

Imagínate la escena. Estas descansando en el sofá de tu casa cuando notas una ausencia.Empiezas a llamar a tu mascota y no viene. Te levantas, buscas. Al principio con calma. Miras en los "escondites" habituales y no la encuentras. Los nervios empiezan a aflorar. Buscas, esta vez más deprisa. Te vas agobiando. Miras en los sitios más extraños. Ruedas muebles. No está en la casa. Sales fuera. Ya eres un manojo de nervios. Buscas, llamas, silbas. No aparece. Preguntas a vecinos. Estas a punto de llorar. Oyes algo, un ruido, lo que sea y vas. La encuentras, está atrapa. 

Da igual cómo, está atrapada y tú no puedes ayudarla. El breve momento de alivio que tuviste al encontrarla desaparece. No sabes que hacer. Intentas salvarla, pides ayuda pero es inútil. Decides llamar a los bomberos que aparecen y logran rescatar a tu mascota. Estas feliz, con ganas de reír, con ganas de llorar. Se te acerca un bombero y te dice "Disculpe, aquí tiene la factura. La propina no está incluida".

Quizás no sepas que el servicio de bomberos que pagas con tus impuestos sólo cubre la extinción de incendios y el salvamento (de personas). Incluso en esos casos hay matices. A lo largo de mi vida he conocido a muchos bomberos y todos tienen algo en común, su total entrega para ayudar a los demás. La mayoría hemos visto el video del bombero haciéndole maniobras de respiración asistida a un chorro que acababa de rescatar (https://www.youtube.com/watch?v=wgMbotC63HQ). Esto contrasta con la noticia de un hombre al que le insinuaron que el rescate de su gata le iba a costar 600€ (http://blogs.20minutos.es/animalesenadopcion/2014/10/23/un-gatito-en-un-arbol-la-impotencia-de-un-ciudadano/). En realidad son los ayuntamientos y no los bomberos los que aplican las diferentes tasas de estos servicios conocidos como “Incidencias Menores”.

Desde que leí la noticia del coste del rescate de la gata me he dedicado a investigar por Internet sobre estas tasas. No sé si debe a mi torpeza al buscar o a que sobre este tema existe una oscuridad intencionada pero lo cierto es que no he encontrado nada. Las escazas referencias que he hallado son de noticias antiguas de algún periódico local. Lo que sí me ha quedado claro es que cada ayuntamiento pone las tasas que quiere. Ante esta falta de información me puse a buscar soluciones. ¿Qué haces si no te queda más remedio que llamar a los bomberos para rescatar a tu mascota? Me tropecé con algo curioso. Los seguro de hogar. Me enteré de que la mayoría de los seguros de hogar cubren ciertas cosas básicas sobre tu mascota. El rescate no, pero esto abrió la puerta a que investigará un poco más. Muchas compañías ofrecen seguros específicos para las mascotas. No sé si existe un seguro que cubra estas actuaciones de los bomberos pero ya sea porque te preocupa el tema o por curiosidad deberías ver que coberturas te ofrece tu seguro de hogar y que seguro especifico te puede ofertar tu compañía.

Redactado por Gustavo García
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martes, 28 de octubre de 2014

El rescate del señor Lupito


Subimos al monte con mami como hacemos siempre para ir a correr. Nosotros dejamos el coche en medio del monte, hacemos pipí y caca alrededor de él – para marcarlo y que todos sepan que es nuestro- corremos y el coche nos espera al final del camino, es alucinante. Ayer el plan era el mismo, bajamos del coche, hicimos varios pipís y cacas y empezamos a correr. Es un camino forestal bastante amplio donde puede caber un coche, y salirse del camino es posible aunque no recomendable. (Pluto suele salirse del camino y se ha llevado algún susto, no es muy listo).

Íbamos a mitad de camino a buen ritmo - cuando vamos corriendo mami dice que somos Runners-  y vimos un todo terreno parado en mitad del mismo. Había una señora fuera del coche, parecía feliz porque sonreía aunque hablaba raro. Mami le dijo “¡Hola!”,  y ella respondió “Hello!”. Seguimos corriendo, pero mami se dio cuenta de que a la derecha – fuera del camino – había un señor bajando por la maleza y se oían gritos de una señora a la que no veíamos. Yo iba cada vez más rápido como un lobo en Siberia, pero mami dio la vuelta y volvió donde estaba la señora. Tuve que seguirla, no puedo dejarla sola. 

Empezaron a hablar en un idioma raro, Pluto y yo nos acercamos a la señora a ver si caían caricias o agua, pero la señora sonreía y hablaba raro. Por lo que sé resultó que iban 4 personas en el coche, y uno de los señores había bajado a hacer pipí – o eso decía ella- hacía ya 40 minutos. El otro señor que estaba bajando por el camino y la mujer del señor perdido estaban buscándole y por eso se oían gritos.

Mami preguntó si podíamos ayudar, le costaba hablar con aquella señora, yo no la entendía. Cuando mami ofreció nuestra ayuda la señora se puso contenta y sacó un chaleco del coche y se lo acercó al hocico de Pluto.- con el calor que hacía-  A Pluto no le hizo mucha gracia, aquel chaleco olía raro, no era de nadie conocido y no olía bien. Pluto miró a mami y puso cara de enfado porque no entendía por qué aquella señora le restregaba el chaleco por la cara. Tengo que reconocer que me puse un poco celosilla, así que me acerqué y me hice la contenta para oler el chaleco. Empecé a olerlo, la señora me miraba sonriente, puse cara seria pero Pluto tenía razón, olía raro y no me gustó.

Mami nos miraba extrañada, yo por si acaso intenté tumbarme sobre el chaleco – nunca se sabe cuántos km vamos a correr – pero la señora me lo quitó. Mami nos llamó y empezó a bajar por la maleza hasta que encontramos al señor y otra señora que gritaba mucho y lloraba. La señora no paraba, gritaba muchísimo, sólo entendíamos algo así como “Beniii”, y luego seguía  llorando, daba penita pero el dolor de cabeza era peor. Yo me acerqué para ver si me acariciaba y así se relajaba, mucha gente dice que acariciarme relaja, pero la señora fue muy maleducada y no me dijo ni lo guapa que soy.

Los tres se pusieron a buscar algo, así que yo también. Pluto hizo pipís por los alrededores. La señora seguía gritando y llorando y mami se enfadó un poco y le pidió con señas y hablando raro que se callara un poco. La señora se quedó callada un momento, y entonces oímos una voz que respondía. Los tres fueron rápido… bueno, fueron a varios sitios hasta que averiguaron de dónde venía la voz. La señora seguía llorando, yo ya no sabía cómo consolarla, intentaba darle besitos pero no se estaba quieta.

Cuando llegamos al sitio vimos a un señor, el señor perdido. Estaba más abajo que nosotros, como en un socavón pero, ¡estaba riéndose! Yo empecé a aullar, no sabía si alegrarme o morderlo. Éste también hablaba raro y explicó por lo que supe después que estaba bien, pero había bajado allí a “hacer pis”, - que raro que un señor se aleje tanto para hacer pis- y ahora no podía subir porque la tierra resbalaba y no tenía fuerzas.

Pluto se tumbó en una zona fresquita y me dijo que allí olía mal y no pensaba acercarse. Yo intenté decirle a mami que allí olía muy mal y que mejor no se acercara, aullé y aullé pero ella y el otro señor se descolgaron por un lado donde había unos árboles y dando la mano al señor – señor al que a éstas alturas y con todo mi respeto yo llamo Lupito, Lupito el cagón, y es que yo no me creo que se fuera hasta allí  hacer pis- y le ayudaron a salir del agujero.


Y así acaba la historia, Lupito volvió con sus amigos sano y salvo y todos sonreían pero allí nadie me dio mimitos. Nosotros seguimos corriendo como hacemos siempre y mami nos dijo que lo habíamos hecho muy bien y que estaba orgullosa de nosotros, pero no sé muy bien qué es lo que hicimos... Lo bueno es que  a pesar de todo, mami no acabó oliendo mal porque yo la avisé. 



sábado, 25 de octubre de 2014

Llegó justo a tiempo para robarme el corazón.

Desde que tengo capacidad para recordar, siempre me han gustado los perros. Me gusta acariciarlos, abrazarlos, jugar con ellos, mimarlos,… por eso, cuando él llegó chocamos. Había criado a Gara entre caricias y mimos, y los perros que han pasado por mi vida peleaban por ser el centro de atención, pero él no. "Él es diferente a Gara, es un perro guardián" me decía Luis, y tenía razón.

Creo que llegué a su vida como una intrusa, de repente y sin que él lo hubiera pedido apareció en su territorio una tía pesada que le robaba la atención de su dueño y quería tocarlo y hacerle cosquillas. Seguramente la única ventaja que él apreció con mi llegada es que ahora salía más a pasear y a correr, claro, le había tocado una loca hiperactiva.

Yo entraba en su piso, donde él tenía tres sitios sagrados: su camita al lado de la de su dueño, su segunda camita en el salón para ver la tele con su dueño y una zona en la cocina con su comida. Era todo territorio masculino. Él sólo se acercaba a mí si yo estaba comiendo, de resto si le decía algo, si le llamaba o me acercaba giraba la cabeza como si estuviera aburrido hacia otro lado. Para él lo único que existía era su dueño, y yo era una molestia. Confieso que se ponía tan serio que si no fuera porque sé que tiene el corazón más grande que ese culito gordo, me habría dado miedo.

Después de un tiempo nos mudamos todos juntos. Ahora tenía que compartir comida y espacio con su nueva hermana Gara. No le gustó, y ella no puso de su parte, pero se respetaban. Tengo la extraña costumbre de que –cuando libro entre semana, cosa habitual- me levanto con energía, pongo música y me pongo a bailar. Gara conoce el ritual, así que suele acompañarme aullando y corriendo a mi alrededor mientras yo salto y grito – si, en mi mente canto pero en realidad sólo grito-  y montamos nuestra fiesta particular. No sé qué podía pasar por su mente mientras nos veía, pero estoy segura de que él también pasó miedo ante tanta locura.

"Él no juega con juguetes", me decía, y era cierto, Gara los cogía, los llevaba de un lado a otro y me los traía para jugar, pero él no. Él los ignoraba y me miraba mal si le acercaba uno. Un día le regalaron a Gara un juguete al que das cuerda y emite sonidos y se mueve, ese día él alucinó. No paraba de jugar con él. Yo le daba cuerda y él se volvía loco para pararlo, le encantaba y decidimos regalárselo. A partir de ese día no quería separarse de él.

Poco a poco, y tras muchos paseos corriendo por el monte empezó a confiar en mí, y cada vez un poco más me permitía que le hiciera alguna caricia. Hacía más caso cuando le llamaba y se ponía menos serio. Son muy cabezona, y decidí darle un masaje relajante – relajante para él y para mí, porque me encanta- empecé a acariciarlo y bajé la mano a su barriga. Se le veía entre molesto, asustado y curioso, era como si nadie le hubiera tocado nunca la barriga.

Después de un año las cosas han cambiado, ahora sé que su zona favorita para acariciarlo es justo en la terminación del rabo, sé que le encanta que le den masajes porque es él quien viene a pedirlos. También sé, que le encantan los juguetes pero jamás pelearía con Gara por uno de ellos. Sé que si no ve a Gara se pone nervioso y necesita buscarla y ella a él. Ahora tenemos varias canciones favoritas para bailar -nuestra canción del verano fue “Bailando” de Enrique Iglesias- cuando suena en la radio yo le llamo para bailar y él viene contento meneando el rabo, así que ahora ya no somos dos, sino tres en nuestras fiestas mañaneras.


Hoy en día sé muchas más cosas de él, pero también son muchas las que aún no sé. Está a punto de cumplir 10 añitos, pero espero que nos queden muchos más juntos para poder descubrir todas esas cosas maravillosas que tiene para ofrecer, porque él aunque llegó tarde, llegó justo a tiempo para robarme el corazón. 


jueves, 23 de octubre de 2014

La carta de Bertín, el primo peninsular...


Bertín, mi sobrino favorito nos ha escrito una carta para contarnos cómo lo pasó en el PERROTÓN, una carrera con perros por el centro de Madrid. Creo que es mejor que lo explique él: 


Querida tia,

Por favor traduce esto a perruno canario para que los primos me entiendan, ya que mami me ha hecho el favor de traducir mis ladridos, aullidos, etc...de perruno godo a canario (o lo que sea que habla mami).


Te voy a contar mi día:

Mis papis hace dos días trajeron comida, dos bolsas y dos latas, bien, pues yo llevo en un sin vivir todo ese tiempo, esperando a que abran toda esa comida (Mami y papi dicen que es para los perritos necesitados, pero yo creo que me quieren poner a dieta o matar de hambre, espero que mami no manipule mis palabras...). Esto iba a que hoy se levantaron a las 7.15 de la mañana, ¡un domingo!, y yo pensé “¡Bien!, van a abrir la comida”...pues no, esa comida se quedó cerrada...entonces dije “¡Bien!, me voy de paseo”...pues tampoco; si te cuento lo que hicieron...no te lo vas a  creer, me dieron mi comida de siempre (yo creo que un poco menos, por esto de la dieta) y me encerraron para irse, ni a hacer pipí me llevaron. Yo indignado estuve buscando la manera de hablar con las tortugas para ver si me hacían el favor de llamar a una protectora de animales por semejante maltrato, pero son unas petardas y no me hacen caso (Mami dice que es la edad del pavo, como tienen 16 años...) y como me dejan en la cocina no llego al teléfono.

Una hora más tarde aparecieron éstos desalmados, me bajaron a la calle y sin dejarme tiempo ni intimidad, me dieron prisa para que hiciera pipí y caca muy rápido. Luego empezó a mejorar el asunto porque me subieron en un coche blanco y me dieron un paseo, el segundo de mi vida; pude sacar la cabeza por la ventana, verlo todo, olerlo todo y sentir el aire (un poco sucio). Me bajé en la calle y empezaron a aparecer amigos peludos por todos lados, unos ladraban enfadados, pero la mayoría contentos; pude conocer a muchos, todos muy simpáticos.

Después no paraba el ruido y los ladridos; y llegamos a un sitio donde había muuuuchos perros más, con sus dueños, algunos vestidos, otros con gorros, otros con cámaras para grabar todo lo que pasaba...resulta que era una carrera; cuando salieron mami y papi grabaron vídeos y me metieron a correr entre todos, no ganamos, pero hicimos los 3 km en 18 minutos y me lo pasé muy, muy bien.

Para terminar te diré que no hubo forma de encontrar esos perros necesitados, yo sigo pensando que es mentira, que no existen porque seguro que todos los perros tienen papis que los quieran como los míos y nos trajimos la comida esa de vuelta (siguen sin dejar que la toque, ahora resulta que la van a llevar a un albergue...en fin). Ahhh y se me olvidaba, vimos un concierto que no me gustó nada de una pedorra (que no se lo que significa pero es como mi mamá la llama).

Bueno tía, me despido ya y a ver si pronto te conozco en persona y a los primos también. Un lametón del segundo perro negro de tus ojos (más te vale quererme la mitad, como mínimo que a Plu)

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Redactado por Davinia de la Rosa
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lunes, 20 de octubre de 2014

Una mañana llena de peluches


El pasado sábado 18 de Octubre, con motivo del V día de los animales, se celebraron diversos actos en la Plaza del Príncipe de Santa Cruz y allí estuvimos. Lo primero que hay que decir es que el tiempo acompañó a está celebración. Bajo un sol brillante y con algo de calor se pudo ver como muchos acudieron a la plaza con sus mascotas. Toda la zona estaba ocupada por perros de todas las razas y tamaños. A pesar de la gran cantidad y variedad de perros no hubo ningún incidente y todos desmostaron estar muy bien educados. En especial durante el acto de la bendición. Se acotó un pequeño espacio mediante vallas y dentro de el aquellos que quisieran que sus mascotas fueran bendecidas podían entrar. Los dueños, con sus mascotas, formaron un circulo y un sacerdote las bendijo encomendándolas a San Antonio Abad o San Antón, santo patrono de los animales. No sé si los perros comprendieron bien porque un señor vestido raro les tiraba agua en el hocico pero la verdad es que ninguno se movió ni ladró. Es más, parecían guardar un respetuosos silencio y seriedad.

Después de contemplar como bendecían a los animales nos dimos una vuelta por los diferentes stands que formaban un mercadillo. Muchos albergues y protectoras tenían su espacio allí en dónde ofrecían información sobre adopciones, recogían donativos y vendían diferentes artículos para recaudar fondos. Nos recorrimos los diferentes puestos observando los diversos artículos que se vendían. Había de todo, tanto para la mascota como para sus dueños. Desde tazas con fotos de perros y gatos que habían encontrado un hogar gracias a la labor de esas entidades a todo tipo de bisutería, sin olvidar una gran cantidad de accesorios para nuestras mascotas. Nosotros no nos pudimos resistir y compramos algunas cosas.


Nos fuimos con la pena de no haber llegado a tiempo a la demostración de la unidad K9 de la policía y más de irnos justo cuando comenzaba una charla sobre fauna salvaje. Cuando ya nos íbamos vimos como una niña que paseaba con su bicicleta vio a un cachorro y no pudo resistirse. Paró su bici, se bajó y fue a abrazarlo. Momento que captamos con nuestra cámara. En definitiva, pasamos un rato muy agradable por la mañana en compañía de muchos perros preciosos y colaboramos un poco con estas asociaciones que necesitan toda la ayuda posible. Desde aquí aprovechamos para animaros a que acudáis a estos actos. Seguro que pasáis un buen rato.



Redactado por Gustavo García
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viernes, 17 de octubre de 2014

Modas de Peluche, ¿si o no?

En nuestro día a día seguimos muchas modas, nuestra forma de vestir, los lugares que frecuentamos, los productos que compramos, incluso a veces, nuestra forma de pensar. Como todo, las modas pueden ser positivas siempre dentro de unos límites. Muchos opinan que seguir una moda significa carecer de personalidad, para otros las modas son casi una religión.

En ésta ocasión vamos a tratar modas que afectan a nuestros peludos, al margen de modas que pueden atentar contra los derechos de los animales – tema que no vamos a tratar en éste artículo – vamos a ver algunas modas “absurdas” y otras no tan absurdas que son o han sido tendencia en algunos países:

Cafés de Gatos:

Éstos locales son originarios de Asia, el primero se abrió en Taiwán y se ha extendido por Japón. Su finalidad era que sus clientes se relajaran tomando un café mientras acariciaban y jugaban con los gatos. Como muchas personas que tienen gato habrán comprobado, acariciarlos es una experiencia maravillosa, pero además, está demostrado que es una práctica positiva desde el punto de vista cardiovascular.

Lo malo:

Podríamos apuntar en éste apartado que puede resultar triste la idea de tener que ir a un café a acariciar a un gatito cuando podrías tener uno en casa y darle todo lo que necesita, en lugar de ellos le acaricias y te vas a casa dejándole allí. Esto se debe a la problemática detectada en Taiwán en 1998 ante la prohibición extendida en la época de tener animales en pisos o apartamentos de alquiler.
Otro punto que nos parece negativo es que en muchos casos éstos locales se han especializado en razas concretas de gatos o incluso gatos de un solo color, por lo que desechan la posibilidad de adoptar esos gatos o recogerlos de albergues para la compra de gatos procedentes de cría controlada.

Lo bueno:

Las tendencias evolucionan, a veces para bien.
Muchos locales aprovechan la circunstancia para concienciar a los clientes del abandono y maltrato que sufren los gatos y en muchas ocasiones propician la adopción de los mismos. Sin ir más lejos hace poco ha abierto el primer Café de Gatos en España llamado “La Gatoteca”, establecimiento en el que se destina lo recaudado por las visitas a la manutención de los mininos y donde se intenta que los mismos sean adoptados. En el siguiente enlace pueden leer un artículo más extenso sobre éste local ubicado en Madrid. (Enlace)

Alquiler de perros por semanas, días u horas:

Ésta moda nacida en Corea del Sur tiene como objetivo consolar a personas solitarias que - por llevar una vida excesivamente ajetreada - no pueden responsabilizarse de una mascota propia. En éste caso se trata de alquiler de perros, muchos los alquilan durante su estancia por trabajo o estudios, y otros por días u horas para hacer un “regalo” a otra persona. No hemos encontrado ninguna empresa dedicada a éste servicio fuera de Asia.

En éste caso, sentimos decir que en nuestra opinión no vemos nada positivo desde el punto de vista del animal.  No se hace ninguna referencia que indique que se preocupan del animal, de que sea adoptado o incluso qué es de ellos cuando son demasiado mayores para ser alquilados. Si bien es cierto que éste tipo de servicios suele regirse por una normativa de protección del perro, un perro conlleva gastos veterinarios - que todos sabemos que a ciertas edades son elevados -  por lo que nos preguntamos: 

¿Qué sucede si uno de éstos perros de alquiler enferma?, ¿quién se responsabiliza si el animal se escapa o sufre algún accidente mientras está en periodo de alquiler?, y más importante aún, ¿es bueno para el perro cambiar constantemente de entorno?, ¿no sufre ansiedad al separarse de sus múltiples dueños temporales?, ¿es positivo que la sociedad vea a los animales como caprichos que pueden ser adoptados por horas o días? Nuestra opinión es que no, y por eso consideramos ésta moda absurda 100%.




Cómo reconocer a tu alma gemela, versión Peluche.

Las personas van y vienen, puedes tener amigos, pareja, pero sólo hay una cosa segura, la familia. Dicen que los amigos son la familia que nosotros elegimos, y es cierto. Yo la elegí a ella, a Gara y antes también había elegido a mis dos tortugas, Sadam y Shinchan. La vida cambió muchas veces, pero ellas siempre estaban ahí.

Conoces a una persona, y evidentemente te cae bien, te hace reír, te gusta estar con él o ella, te parece guapo, pero hay cosas que son como señales que te hacen reflexionar aunque tú no creas en las señales. Y yo conocí a Luis, y no parecía haber nada especial, pero todo era especial: gustos, hobbies, risas, momentos casuales que se vuelven divertidos con sólo su presencia,... Dicen que no es tan sólo la persona, sino cómo te hace sentir cuando estás con él para reconocerlo, yo me di cuenta de que podía ser él y entonces le hablé de ella. Como casi todos los que tenemos perro, yo puedo pasarme horas hablando sobre ella, contando anécdotas y travesuras y entonces él, me habló de Pluto.

La relación entre ellos era diferente a la mía con Gara. Gara es mimosa, si oye risas de mujer se tira el suelo y enseña la barriga para que la acaricien… porque lo ha aprendido con mis amigas, ella siempre es el centro de atención. Pluto era más distante, estaba atento, vigilante, pero jamás lo verías a él tumbado en el suelo esperando caricias con las 4 patas en el aire. Él es un perro guardián y unas palmadas en el pecho para decirle que estás orgulloso de él le hacían más feliz que cualquier otra cosa. Pluto ha cambiado, pero vamos contando por partes.

Un día me invitó a su casa, yo fui encantada porque sabía que vería a Pluto. Para mí, haber encontrado a una persona que me atraía y que tenía un perro grande -de 8 años en aquel entonces- como Gara, negro y la mía blanca, era curioso. Cuando entré en su casa, en el salón había un recipiente de plástico grande, escuché chapoteo de agua y fui corriendo hacia él. Si, había dos tortugas – eso sí, sin nombre- pero tortugas, una más grande que la otra. Era increíble, me pareció  muy gracioso descubrir tanta coincidencia. Tengo una amiga, muy amiga, con la que siempre me he sentido muy unida – además de por muchas otras cosas – porque ambas tenemos tortugas, pero no pensaba encontrar a un chico, que me atrajese, que me hiciera reír, con un perro maravilloso y no una, sino dos tortugas, era yo en masculino.

Sus tortugas eran más pequeñas que las mías, ¿Cómo se llaman?, pregunté. “No tienen nombre, son tortugas”- No me lo podía creer…- “Da igual que sean tortugas, pueden tener nombre, las mías lo tienen”. (No hace falta decir que le sorprendieron mucho los nombres de mis tortugas, pero tienen su explicación). “Bueno, pues Tortuga1 y Tortuga2”, me dijo. “Eso no son nombres… ”- le dije con cara de reproche- y entonces me pidió que les pusiera nombre yo. Lo vi claro: “¡Joaquín y Carmela!”. “¿Qué dices?, ¿por qué?”: “Porque tienen cara de llamarse así.”

Hoy somos una familia de siete miembros, Shinchan ya no está con nosotros :(. Gara y Sadam son la familia que yo elegí, él es mi alma gemela, y Pluto, Carmela y Joaquín me eligieron a mí. Todos son mis almas gemelas porque, una me sabe a poco ;)


miércoles, 15 de octubre de 2014

Aquí respetamos la ley de la Gravedad.

¡Buuuummmmm! Así sonó, un enorme "Bum" seco. Inmediatamente después se vio a una mancha marrón entrando a toda velocidad por el salón. Garfy es el mayor de la camada y sin entrar en favoritismos es el más guapo. Su tamaño y largo pelaje le dan un aspecto de Lince que llama la atención. Si no fuera por lo vago que es...esto....La tranquilidad y elegancia que demuestra en sus movimientos recuerda a la de los grandes felinos. En relación con sus hermanos es el más parsimonioso. Siempre observando a una cierta distancia como si fuera una lechuza. Aunque está actitud de espectador contrasta con sus capacidades pues, sin duda, es el más rápido y ágil de todos.


Esa tarde, Garfy estaba especialmente inquieto. Iba de un lado a otro. Lo cual, además de ser raro dado su carácter, era más extraño aún ya que ya había hecho su ejercicio del día. Correr desde dónde estuviera hasta el cuenco con el pienso recién puesto. Pero allí estaba, caminando con cierta ligereza por la terraza. La puerta del salón que daba a la terraza se asemejaba al escenario de un teatro dónde el actor gatuno aparecía y desaparecía por un lado u otro. A medida que la improvisada "obra" avanzaba, Garfy cada vez estaba más frenético. 

Corría, saltaba, se quedaba quieto unos segundos hasta que en un momento despareció por el lado derecho de la puerta. Al momento reaparece corriendo a una velocidad endiablada...¡POR LA PARED! al más puro estilo "Matrix". Da un salto y se queda quieto en el suelo con sus dos patas delanteras juntas y la mirada fija en ellas. Boquiabiertos nos acercamos y vemos a una pequeña mosca en el suelo totalmente quieta. Garfy le acerca el hocico y como si no hubiera pasado nada se da la vuelta y de un salto que después de todo lo presenciado nos pareció que hacía a cámara lenta, se sube al muro que separa las dos alturas de la terraza y se echa.Cuando volvemos a mirar la mosca ya no está en el suelo. "Se hizo la muerta, que lista". 


Nos disponíamos a entrar en el salón cuando Garfy da un salto, un salto increíble. Pudimos contemplar maravillados como tomaba altura mientras estiraba su cuerpo, parecía que iba a volar. Estábamos atónitos por la espectacularidad y plasticidad del salto. Por un instante de belleza eterna quedó suspendido en el aire hasta que empezó a hacer aspavientos. En ese momento tomamos conciencia de que había saltado hacia el lado del muro que cae hasta la planta del garaje. Cayó, cayó encima de una mesa que habíamos sacado para cenar fuera. No alcanzamos a ver el impacto. Sólo vimos a esa mancha marrón subir las escaleras y meterse dentro del salón. Suponemos que la mosca se iría volando riéndose de Garfy. Y Garfy...bueno, un par de golosinas y unos cuantos mimos bastaron para que volviese a ser ese gato tranquilo y dormilón que todos conocíamos.

Una historia de Gustavo García
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viernes, 10 de octubre de 2014

La operación Tortuga del Desierto...

Ésta historia que voy a contar es totalmente falsa, me la estoy inventando y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Yo vivía en un pueblito con mis padres donde tenía 2 tortugas llamadas Sadam y Shinchan (en otro momento contaré su historia). Nuestros vecinos eran un matrimonio mayor que tenían a su cargo a una niña – su nieta- que padecía una discapacidad intelectual que le habían detectado de forma tardía y había comenzado a asistir a un centro especializado para su caso. Los abuelos estaban muy afectados por el diagnóstico, siempre habían notado que la niña aprendía despacio y tenía algunas dificultades sociales, pero pensaban que no era importante. Sea por la razón que sea, se dieron cuenta un poco tarde, pero se dieron cuenta y actuaron. En el centro, el abuelo había asistido a varias reuniones y hablando un día con mi madre le contó que le habían dicho que la niña tenía que aprender a responsabilizarse de sus decisiones y por tanto, le habían recomendado que buscase algo que fuera importante para ella y la ayudara a llevarlo a cabo hasta el final.

Días después coincidimos con la niña y su abuelo en un patio común que tienen ambas casas (casas contiguas, con la azotea pegada una a la otra) mientras yo limpiaba la tortuguera y bañaba a mis tortugas. La niña se acercó con la curiosidad de cualquier niño y me preguntó si podía tocarlas, le expliqué que muerden –porque muerden y es doloroso – y le dije que si lo hacía con cuidado si podía tocarlas. Estuvo un buen rato jugando con las tortugas, observándolas, viendo como yo las bañaba e incluso me ayudó a limpiar algunas piezas. Al terminar me preguntó si podía venir de vez en cuando a verlas, y le dije que sí.
Pasada una semana aproximadamente, la niña había venido varias veces a ver a las tortugas y su abuelo vino a hablar conmigo. Me estuvo haciendo preguntas acerca de las tortugas –en aquella época eran muy fáciles de conseguir en tiendas y excesivamente baratas, como si fueran objetos y no es que la cosa haya mejorado mucho – me dijo que estaba pensando en regalar una a su nieta. La niña estaba muy ilusionada con mis tortugas y él quería que fueran su “responsabilidad”, que ella se hiciera cargo del animal y tomara decisiones sobre su propia tortuga. La verdad que en el momento no me pareció mala idea después de todo, la niña se había interesado mucho por mis tortugas, se sentaba delante de la tortuguera y las miraba durante buen rato, a mí también me gustaba hacerlo porque me parecía relajante así que pensé dentro de mí que igual era lo mejor. Al día siguiente llegó al barrio  “Estrellita”.

Estrellita le puso como nombre. Si soy sincera, no recuerdo exactamente cómo era. Pequeña, sin manchas rojas en la cabeza y con muchos dibujos en su cuerpo. No sé diferencias si son hembras o machos, y menos cuando son tan pequeñas. El abuelo había comprado el típico tortuguero de plástico –sitio donde NO puede sobrevivir bien una tortuga -, barato y amarillo con su palmera en medio. La niña la colocó en el patio, que era común a la casa de mis padres y decidió que ese era su sitio. Yo hablé con ella, y le comenté que sobre todo por las noches era mejor que la metiera dentro de casa, porque había algunos gatos por la zona y era peligroso y así lo hizo… la primera semana.

Fue más o menos así el proceso. La primera semana la miraba, jugaba con ella, la limpiaba a cada rato, le echaba de comer y la metía dentro por las noches. La segunda semana dejó de meterla dentro por las noches, la tercera a penas le hacía caso, y luego dejó de echarle de comer. Yo le ponía de comer, cuando le tocaba a las mías guardaba un poco y repartía entre las tres, pero empecé a preocuparme. Estaba llegando Diciembre, cada vez hacía más frío – más aún por la noche -. Yo tenía un termostato para el invierno, pero Estrellita estaba en el patio y no tenía nada, el agua se quedaba muy fría y pasaba casi todo el tiempo dentro del caparazón. Un día me crucé con la niña en el patio y decidí hablar con ella, le pregunté si ya no quería a Estrellita y me dijo que sí. Le dije que Estrellita no podía cuidarse sola, que necesitaba su ayuda, había que echarle de comer y que limpiarla porque el agua estaba muy verde, y era mejor que la metiera dentro de casa. Me dijo que su abuelo no la quería dentro de casa porque olía mal… qué más explicarle a alguien que además no quiere entender. Me dijo que era su tortuga y estaba bien así y se fue.

Un poco más adelante llegó el día que yo me temía, varios vecinos que compartían el patio, entre ellos mi madre fueron a hablar con el abuelo para decirle que el olor era insoportable. Nunca cambiaban el agua de la tortuga y olía mal, así que le pidieron por favor que hiciera algo. Él dijo que hablaría con la niña. Un poco más tarde todos pudimos oír la discusión entre el abuelo y la nieta. Argumentos como “la tortuga es tuya y tienes que limpiarla tú”, “¿Tú no querías una tortuga?, pues ahora te aguantas.”, “si no limpias a la tortuga no sales más”, y así muchas más. Al día siguiente la tortuga no estaba.

Salí al patio y estuve allí hasta que me encontré con la niña, y le pregunté por Estrellita. Me dijo que la había puesto en la azotea, en el cuarto de la azotea. Entonces caí, en que allí yo no podía echarle de comer y le dije que ahora tenía que estar muy pendiente de la comida de Estrellita. Error mío, la niña con bastante lógica me dijo: “Yo nunca le echo de comer y no se ha muerto”, cierto, siempre le ponía de comer yo a escondidas… Intenté explicarle que yo le había dado de comer, pero me dijo que la profesora le había explicado que muchas tortugas invernan y no comen durante el invierno. Me di cuenta de que no podía razonar con ella, tenía una respuesta para todo y no quería escuchar. Pasaron algunos días, pero nunca la veía subir, nunca la sacaban de aquel cuarto que era oscuro y jamás le echaban de comer. Yo no podía dormir, durante la noche sólo podía pensar que encima de mi habitación había una tortuga encerrada muriendo poco a poco.

Fui a hablar con el abuelo, le expliqué que no era normal dejar a la tortuga allí, le pregunté si él le echaba de comer y me dijo que no. Me explicó, que en el colegio le habían dicho que la niña debía tomar sus propias decisiones y hacerse responsable de ellas. La niña había decidido dejar morir a la tortuga y según él, su castigo sería tener que recogerla cuando hubiera muerto, así entendería la importancia de hacerse responsable de algo. No me lo podía creer, le pedí que me dejara hacerme cargo de la tortuga a mí, aunque tuviera que ir a su azotea a sacarla, limpiarla y echarle de comer, pero se negó. La razón era que así la niña pensaría que si ella no se hacía responsable, otro lo haría por ella y no aprendería. Desesperada, le ofrecí dinero. Por un momento creo que lo pensó, no podía ofrecer demasiado, yo no trabajaba aún y como no subí lo suficiente volvió a negarse. Me pidió que me fuera y que me olvidara de la tortuga, había sido una mala idea desde el primer momento, sólo que se había dado cuenta tarde. Lo intenté una vez más, pero se enfadó y fue directo a hablar con mis padres. Me prohibieron tajantemente volver a molestar al vecino o hablar de esa tortuga.

Pasaron otros dos días y yo no dormía. A veces lloraba, no sé si por la impotencia o por la falta de sueño. El viernes siguiente, mi primo vino a pasar la noche en casa y le conté todo. No se lo podía creer y le preocupó verme tan mal. La verdad es que lo admiro, porque no dudó ni un instante. Vamos a salvarla me dijo. 

Mis padres dormían en la habitación de al lado, eran las 00:00 más o menos. Para subir a la azotea teníamos que subir por una escalera interior, subir nuestra azotea – encima de mi habitación - y luego saltar a la azotea del vecino (que estaba justo encima de la habitación de mis padres). Había que ir con cuidado, si mis padres nos oían y se despertaban nos pillaban seguro, y tampoco podíamos despertar a los vecinos, nos podíamos meter en un buen lío. Nos vestimos de negro, sí, como en las películas. Nos pusimos varios calcetines unos sobre otros para no hacer ruido al pisar y subimos. Subimos de puntillas, a veces incluso gateando por si algún vecino nos veía y saltamos el muro con mucho cuidado. Yo había código un trapo, para coger a la tortuga. Mi primo intentó abrir la puerta de cuartito de la azotea, pero estaba cerrado con alambre así que tuvimos que tener paciencia y quitarlo.

No nos dimos cuenta, pero cuando soltamos la puerta, resultó que estaba rota. Estaba totalmente suelta, era de metal y cayó al suelo. Se oyó un ruido horrible, nos asustamos y salimos disparados hacia mi habitación, entramos y nos quedamos quietos en silencio, escuchando. Nadie se despertó, y si lo hicieron pensaron que había sido un ruido en otro sitio. Esperamos un buen rato y tras bajar pulsaciones volvimos a subir. La puerta estaba en el suelo, así que entramos en el cuartito que no tenía luz. Entré a oscuras, había muchísimas cosas. Mi primo estaba fuera intentando recomponer la puerta sin hacer ruido. Con la poca luz que entraba por la puerta vi la tortuguera, con muy poca agua dentro me acerqué y entonces me entró el miedo. No veía nada… ¿y si estaba muerta?..., ¿Y si no? Cerré los ojos, metí la mano y la cogí, la puse en el trapo y salí corriendo. Ya no tenía paciencia, empecé a apurar a mi primo para que cerrara todo. Él entró antes de cerrar y lanzó la tortugera al suelo. Lo siguiente que sé es que estábamos en mi habitación.

La destapé pero no se movía, mi primo la cogió y la zarandeó. Entonces Estrellita sacó la cabeza un poco cabreada. La pusimos en un recipiente de plástico y pusimos un poco de agua tibia y comida. La verdad es que no comió demasiado. Mi primo sacó el móvil y envió un mensaje. Al rato le contestaron y me dijo que ya venían a buscarla. Salimos a la calle igual, vestidos de negro, sin zapatos, con triple calcetín y con Estrellita en el recipiente. Atravesamos el patio y un pasillo que da a la calle y allí había dos chicos. Eran los amigos de mi primo, les entregamos a Estrellita como si fueran drogas o algo similar y se fue con ellos.

En cuanto desperté empecé a mandar mensajes, molesté a todos mis contactos buscando un dueño responsable para una tortuga y apareció. Una buena amiga me dijo que ella estaría encantada de hacerse cargo, le conté la historia y quiso quedársela con la promesa de cuidarla lo mejor posible.


Como era de esperar, pasaron varios días hasta que se dieron cuenta de que la tortuga no estaba, después de todo nunca se preocupaban por ella. La niña había subido a la azotea y encontró la tortuguera en el suelo, gritó desesperada y empezó a llorar. El abuelo subió asustado y estuvieron rato buscándola hasta que determinaron que había muerto. Cuando bajaron mi madre salió a preguntar qué había pasado, yo me asomé a la puerta pero no salí. El abuelo me miró muy serio y mantuvo la conversación con mi madre y su nieta mientras ésta lloraba y explicaba que Estrellita había muerto. Mi madre intentaba consolarla. El abuelo le decía que era normal, que seguramente los gatos habían entrado en el cuarto y como nadie la vigilaba se la habían llevado. No voy a negar que me sentí mal al ver a la niña llorar, pero… habría ocurrido tarde o temprano. El abuelo se acercó a mi puerta mientras mi madre seguía hablando con la pequeña, que cada vez lloraba menos mientras acariciaba a mi perro, me miró fijamente y dijo: “Los gatos son así…, no? ”, Y yo respondí: “Si…, A veces los gatos te dan lecciones, seguro que la niña ha aprendido la suya.”

miércoles, 8 de octubre de 2014

No es más que un puto perro de mierda





Escucho las noticias y avisan que hay una enfermera infectada por el virus del ébola, la aíslan y toman medidas… no sé exactamente con qué objetivo ya que de momento no hay cura para ésta enfermedad. Imagino que pretenden aplicar algún tratamiento experimental con la esperanza de encontrar uno definitivo, todos sabemos que probablemente esa chica morirá. Ojalá que no.

Han aislado a su marido quien no se sabe si está infectado pero, ante la duda, es mejor aislarlo y hacerle pruebas. Lógico.

Su marido denuncia: Le han pedido permiso para sacrificar a su perro Excálibur. No se saben si está infectado, pero quieren matarlo “por si acaso”. Se niega pero deciden matarlo igualmente. ¿Lógico? Curioso, ahora hablan de PREVENIR.

Leo que esa mujer fue a urgencias, enferma y le dijeron que era un resfriado, que se fuera de vacaciones. Leo que se presentó a una oposición, que ha estado en contacto con gran cantidad de personas, con su marido, probablemente habrá ido a comer a un restaurante, habrá bebido de vasos y comido con tenedores que puedes haber usado tú después. Leo que su perro ha estado en estrecho contacto con ella y por eso hay que matarlo, ya, se dan mucha prisa. Yo suelo estar en estrecho contacto con mis perros, con los dos. No suelo intercambiar fluidos con ellos intencionadamente, pero si, es posible que me hayan lamido la mano o incluso la cara. Puedo asegurar que mi marido ha lamido más partes de mi cuerpo que mis perros –gracias a dios- espero que si me sucediese a mí él no esté contagiado, espero que las pruebas den negativo y él no tenga la enfermedad, dicen que hay posibilidades. Para mis perros no habrá pruebas, los matan.

Hoy salí a la calle a tirar la basura, hablé con mi vecino y comentamos el tema del ébola, comentamos lo de Excálibur. Mientras hablamos otro vecino interviene en la conversación: “Vaya gilipollez con del perrito ese, es un puto perro de mierda, yo encuentro montones atropellados por mi casa cada dos por tres. La gente los ahorca, los abandona. ¡Los locos esos que se manifiestan no son conscientes del peligro que eso supone!”. Le pregunto: “Perdone caballero, ¿cuál es el peligro exactamente?, ¿sabe usted si el perro está infectado?, ¿qué pruebas le han hecho?, ¿es contagioso para el humano?, ¿ha hecho usted las pruebas o las ha hecho el gobierno?, es que no me queda claro.“ , y el caballero me responde: “Cuando estemos todos muriendo de ébola te acordarás del puto perro”. Respuesta: “Del perro me acordaré siempre, pero cuando me esté muriendo de ébola me acordaré del Gobierno, de la Ministra Ana Mato y de todos los que han metido la pata desplazando enfermos de ébola a España como si fuera el centro mundial totalmente preparado para tratar enfermedades infecciosas pero han puesto celo a los trajes de protección. Me acordaré de usted, que en su infinita ignorancia volverá a votar a los culpables creyendo que son héroes por haber echado la culpa a un pobre perro de lo que ellos han provocado, eso si vuelve a votar”

Entro en Facebook y leo lo que va sucediendo en tiempo real, hay mucha confusión, unos dicen que ya lo han sacrificado y otros que no. No sé qué creer. Leo noticias y comentarios y veo un comentario que me llama la atención: “Pero a ver retrasados!! Que es un perro, que lo maten ya. Que listos todos los que se manifiestan y firman, a ver quién es el listo que se ofrece voluntario para llevarse el perrito a casa, con su familia.”. No puedo hablar con él, la gente empieza una discusión con él entre comentarios explicándole lo inexplicable. Desde aquí me gustaría responder, porque estoy segura de que no le estaré respondiendo sólo a él:

“Querido amigo sentado en tu sillita delante de tu ordenador mientras otros luchan por lo que creen en la puerta de una casa para evitar un asesinato: ¡Qué fácil es habla sin pensar eh! Veo que lo dominas a la perfección. Hay dos cosas que deberías saber: En primer lugar, los hay, hay voluntarios que se han ofrecido a aislar al perro para tenerlo en observación. Hay expertos veterinarios, científicos, seguramente no tan listos como tú, que han argumentado que ese perro EN EL CASO DE QUE ESTÉ CONTAGIADO - cosa que aún no sabemos- es un punto clave para investigar la enfermedad. Ellos mismos se han ofrecido, si, con esos trajes chubasqueros chulísimos que utilizan los médicos especialistas del hospital para mantener al perrito aislado, no sé si cerca de su familia, pero tranquilo, tampoco de la tuya.
Y en segundo lugar querido amigo “no retrasado”, aprende a leer. Lo que se pide  no es que se suelte al animal en el parque y se le deje ir y venir a sus anchas lamiendo a tu familia y defecando sobre ellos, lo que se pide es que se le aísle, que se le hagan pruebas y que se le dé la oportunidad de saber si realmente está enfermo, porque quizá….ahora mismo tenga menos ébola que tú.”

Por último llego al trabajo, tengo la cabeza fatal ya con tanta información y tanta desinformación. Me siento mal por ese perro, no sé si es porque me recuerda al mío, grandullón, con cara de bueno y noble, pero me duele pensar que se lo van a cargar sin más, un puto perro de mierda más…. En el trabajo, todos comentan sobre la noticia del momento, el ébola y sí, se habla de Excálibur. Intento aislarme, pero las palabras se repiten: “La gente está flipando, ¡QUE ES UN PUTO PERRO DE MIERDA!, que se lo carguen YA. ¡Habría que quemarlo vivo! A ver si lo van a llevar al laboratorio y se les va a escapar y la vamos a liar buena. ”

En ésta ocasión no contesto porque estoy en el trabajo, es un compañero – aunque ha perdido todo mi respeto como persona- y no es el momento ni el lugar, pero puedo asegurar que por dentro estoy ardiendo y yo misma le prendía fuego a él. Pero respiro, pienso y sé que esa persona no vale la pena, no vale la pena decirle lo que pienso y generar una discusión en mi puesto de trabajo. Pero sí, tengo una respuesta: “Es un puto perro de mierda, habría que quemarlo vivo. ¿Y tú?, ¿qué eres? Eres mejor que el perro, ¿por qué?, ¿el perro está enfermo? NO LO SABES. Eres mejor que él ¿por qué?, ¿acaso el perro ha pensado en quemarte vivo si contraes el ébola? NO, porque el hombre es el peor animal de todos, el que todo lo corrompe, el que todo lo contagia y el que todo lo tapa desviando la atención, matando a un inocente”

Llevo desde ayer agotada. No, no quiero que el ébola se extienda en España, no quiero que muera gente, no quiero que muera mi familia y no quiero morir yo. Tengo miedo. Pero tampoco creo que la solución sea que éste puto Gobierno de mierda mate a un pobre perro porque eso: NO SOLUCIONA NADA.