Como ya contamos en el post anterior visitamos el Refugio
Internacional con la idea de adoptar a Samantha, pero no pudo ser. El día que
paseamos a Samantha fuimos los dos, inicialmente yo cogí a Samantha y a él le
tocó pasear a otro perro de la misma jaula. Los paseos son así, salen 4 o 5
perros de la misma jaula, los coges y los paseas en grupo, así no se mezclan y
evitan peleas. A él le tocó Román.
Román era una especie de híbrido entre un podenco y algún
perro de tamaño menor, era mucho más asustadizo que Samantha, y le costó que le
dejara acariciarlo. Empezaron a caminar despacio para que Román no se asustara,
y pronto sacó su curiosidad y empezó a coger un poco de confianza. “Es igual
que Pluto” – me decía – “cuando lo saqué del albergue Pluto era igual de
asustadizo, y se comportaba igual”, y no paraba de sonreír.
Yo seguía intentando encontrar razones de peso para poder adoptar
a Samantha mientras el mundo se me venía encima cuando tenía dentro de mí la
certeza de que era imposible, y no me di cuenta, pero Román estaba consiguiendo
algo que yo no podía imaginar. Dentro de mi mundo, yo seguía a lo mío, le miré
y le dije: “¿Esto es una locura verdad?, Es mucho perro para nosotros”, y él
sonrió. Tengo que reconocer que por un momento me enfadé, no entendí por qué
sonreía. Yo estaba a punto a echarme a llorar, y él sonreía, llegué a pensar
que estaba aliviado por no adoptar a Samantha, que me había mentido y realmente
había ido sólo por mí.
“¿Y un macho no te gusta no?”, preguntó. Me quedé pensativa,
yo había ido a adoptar a Samantha, no había pensado en la posibilidad de
adoptar a otro perro. “¿Lo dices por Román?”, y entonces vi como sonreía
mientras lo miraba. “Es más tranquilito, un poco miedoso, pero tiene pinta de
ser bueno. Y me recuerda mucho a Pluto cuando era pequeño”. Me pidió que lo
paseara yo un rato para que nos conociéramos, claro que no me importaba que
fuera macho o hembra, o grande o pequeño… lo único que me importa es que encaje
con nosotros, con nuestros peluches, que pueda ser uno más. Lo paseé durante un rato, y tenía toda la
razón, era tímido pero curioso y, aunque tengo que reconocer que inicialmente
no me había fijado en él, era muy guapo.
Se hizo la hora de volver al refugio, los paseos no son muy
largos porque son muchos perritos y pocos voluntarios así que teníamos que
dejarlo en su jaula. Los dos entraron y nosotros hablamos del tema mientras
paseamos al siguiente grupo. Estuvimos
con varios perros más, y todos eran geniales, pero él seguía pensando en Román.
Y entonces llegamos a un acuerdo: Lo importante no es qué perro, lo importante
es que sea el perro correcto, por eso decidimos que se lo presentaríamos a Plu
y Gara para ver que tal iba todo. Hablamos con la chica del refugio, y no dijo
que entre semana sólo están hasta las 17.00, y como queríamos dar un paseo
largo con ellos decidimos quedar para el sábado siguiente. Una semana entera.
Llegamos a casa y nos sentamos en el suelo con Plu y Gara a
pensar en ello. “¿Qué opinas de Román”, me preguntó. – “Pues creo que ha sido
muy listo, creo que pensó: A la rubia le gustan todos, voy a acercarme a éste a
ver qué pasa… ¡y te cameló!”- “¿Crees que funcionará?”, los dos miramos a Gara con
cara de preocupación mientras ella estaba tumbada sobre mí pidiendo caricias…
Continurá ...

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